Anoche cumplí uno de esos sueños de los tantos que se engendraron
durante mi infancia. Sin buscar el camino hallé un sendero sin cornisas ni
limites, sin señales ni huellas que abandonó mis pies cuando la fuerza de
gravedad comenzó a jugar conmigo.
Volví a ser un incorpóreo,
un ser sin peso ni materia. Unos pasos apresurados
me dieron el impulso que no necesité para despegar del suelo ese que conozco de otros viajes, de otros sueños, de otros momentos.
me dieron el impulso que no necesité para despegar del suelo ese que conozco de otros viajes, de otros sueños, de otros momentos.
No sin un poco del
típico temor humano lógico alcancé alturas suficientes para pisar los techos de
salones de baile, de bares new age con clientes sonrientes. Y sin prisas ni
tirones atravesé muros.
Cubrí mi rostro
con mis manos para no lastimarme los ojos, me aterroriza la idea de perder mi
vista. En parte porque ya tengo medio camino hecho. Fue entonces cuando caigo
en conciencia de que no era necesario dado que los átomos de este cuerpo bailan
tan rápido que perdí ese peso escaso que me caracteriza.
Creí tener el
control de mis desplazo por este campo de vidas por algunos instantes hasta que
quise pilotear sin copiloto y me estrellé sin tactos ni estrepitosos, sin contacto
con mi tierra. Se que quien sea que impulsaba mi cuerpo quiso mostrarme el sótano
de una casa en particular, un secreto vedado al publico en un rincón oscuro de
una casa. Sin embargo instintivamente cerré mis ojos y permanecí ajeno a
descubrir y violar la intimidad de quien con esmero enterró ese algo que no
quise ver. Probablemente por aquellas frases emitidas entre amigos mas temprano
"¿Quien soy yo para violar la privacidad de tus pensamientos, de tu mente
y tus secretos si no fui invitado a tu hotel de multitudes, a tu privacidad y
escondrijos mas profundos?"
Me elevé nuevamente
más veloz y empiezo a desesperar controlando mis emociones al notar que me
hallo a merced de algún tercero que juega conmigo aunque me oponga. Me suspendí
sobre una paso peatonal y nadie me vio, ni antes ni después. Aunque paseo entre
paredes y salas soy una presencia invisible, rápida y silenciosa.
Papá! papá quedate
conmigo susurré mentalmente sin usar mi verdadera voz. Quedate cerca porque
presiento que voy a necesitar que me agarres en cualquier momento, sin embargo
dejame asustarme un poco más. Sin usar mi verdadera voz.
Volé como un súper
héroe cerca de la tierra sin tocarla, y relajé mis miedos para no perder
detalle de esta travesía no solicitada. Fui arrastrado sobre calles de cemento
gris con parches y baches, subidas y bajadas. Esquivé algunos autos como si
pudieran hacerle daño a un cuerpo que no produce sombra. Solo por instinto y
miedo a morir. Como si fuera posible.
Y es en este
momento que deje de soñar. Mi físico cuerpo se adapto a la flotabilidad
olvidada por años y mis piernas se dejaron seducir por esa sensación que comenzó
acariciando las plantas de mis pies.
Puta madre no es
un sueño- me dije asustado y sereno.
Los campos energéticos
que abundan en veredas y árboles de este barrio que no es nuevo se volvieron
palpables y si bien no interfieren con mis propias fuerzas ejercen su presencia
y hacen notar.
Navegué algunos
minutos hasta acostumbrarme a este varieté
de sensaciones y despliegues sin control. Y vi viajeros en motos enormes,
propulsados por motores poderosos y cargados con lo necesario para vivir sin
techos por un tiempo. Nuevamente quise esquivarlos empujándome hacia mi
izquierda.
Mas adelante la
caravana perdió uno de sus viajeros que se entrelló con un árbol en la vereda y
siento vida marchándose -Papá, papá! Sin usar mi verdadera voz.
Creo que no estoy
preparado para esto, veni papá, papá!
Su rostro me
tranquiliza pero sigo avanzando hacia esta tragedia con la leve sensación, tal
vez conocimiento de que es mi rostro el que oculta ese casco negro que beso la
corteza a gran velocidad.
Y la vida que se
esta acabando es la mía entre escombros de motor y huesos rotos.
Sacame de acá, no
quiero verlo.
No soy el único
que ha soñado entre muchas comillas con mi despegue. Guardo esta experiencia
entre las favoritas de mi colección junto con las mas brillantes piedras de mi cajón
de vivencias. Insisto en dejarme asustar un poco y sentir miedo hasta que ya no
pueda controlar la situación antes de retirarme. Tal vez no sea muy inteligente
de mi parte, pero siempre me gustó experimentar.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario