5/08/2013

Eterna y otoñal.-


Otoño no iba a retirarse sin dejar su huella. 

Los últimos cuatro años respiró sobre mi con sus amarillentas hojitas muertas y expuso mierdas, verdades y mentiras, promesas no cumplidas y falsedades por doquier que resultaron ser las mejores musas para poder sentarme una vez mas delante del teclado. Si bien en esta ocasión el drama terrícola y pelotudo esta pasado de moda, por cierto eso me encanta, no ha sido menos intensa la patadita en el perineo por parte de mi estación favorita.
Las primeras brisas arrastraron a mis (nuestras) manos los primeros bocetos del único mensaje que me preocupa dejar claro antes de morir de nuevo. Sonreí con esa cara de tonto que pocas veces aparece y que pocas personas han logrado y, aunque es solo un paso de muchos para terminar, me siento muy bien al respecto y me felicité por eso. Las crónicas ya están circulando.

Me dormí mas tranquilo entonces ya que los visitantes dejaron de golpear los velos cuando querían y llegamos al acuerdo de que es mi casa y abro las puertas cuando quiero, porque es mi casa. Respetad mi propiedad fantasmas del día y de la noche y serán bienvenidos en su momento, ni antes ni después.
Volvimos a estudiar y experimentar con calma y a paso de hombre releyendo y contemplando conceptos y sin darme cuenta ya estaba embarcado una vez mas y a toda velocidad en dirección a Patmos, donde los pergaminos blancos esperan por perder su virginidad.

Subí al colectivo sin expresiones ni interés en nada de lo que me rodeaba, ni la gente ni las calles, ni la hora o donde estoy. Demasiado ocupado contemplando la escena del crimen evitable y cuando estiré mi cuello lo suficiente pude ver desde las alturas con claridad reconocí quienes revoleaban sus extremidades en la danza de los apareamientos rituales y me nació una sonrisa. Me reí porque es muy perfecto cuando sabes jugar el juego respetando las reglas, es muy entretenido si sabes jugar. El filo de mis actitudes que hacen que sea tan fácil odiarme me puso entre el pelotudo y la pared esperando el despliegue de mis tácticos artilugios, esperando que orine por todo el lugar o algo así. Es muy justo que estos zapatos hayan sido usados ya no por uno, si no dos y tal vez mas de mis pasados contrincantes confabuladores y, como he dicho en mas de una ocasión el universo sabe lo que hace.
Y reí. Y reímos. Reímos porque ya sabemos como termina esta historia que no es mas que otro episodio donde los actores olvidan que están en el escenario y dan rienda suelta a sus personajes sin limites ni vergüenzas, tal vez porque crean inconcientemente que es su naturaleza, y nada mas lejos de la verdad. Juegue jugador.
Dejé de preocuparme por esas humanidades que me aburren y se vuelven tan cíclicas como adictivas e inútiles, si al fin y al cabo no terminan de enterarse ni que están haciendo. Humanitos.
Apunte mis esfuerzos a creatividades mas productivas y pase la noche entre aparatos eléctricos y cables, entre monitores y discos, entre cigarrillos y meditaciones activas preparando el regalo de mi reflejo en miniatura. Supe antes de finalizar que no me iban a dejar dormir, al menos en el primer intento, así que fui a la cama con paciencia y sin apurarme me desnudé y reposé como el cuerpo me lo pedía.

Entraron corriendo en la habitación después de corretear por toda la casa gritando y riendo, jugando y empujando todo a su paso con un desorden tan caótico como espléndido. Los miré sin abrir los ojos y me rodearon para observarme con atención y asombro infantil: ¿Por que llorabas Matias? - pregunto curiosa y con los ojos grandes y el pelo suelto, pidiendo permiso con su voz cordial para entrar en el hotel de la noche. Me hice el estupido y le regale un gesto de desprecio, alentándola a abandonar su misión, pero por supuesto no fue efectivo. Se rieron algunos segundos todos juntos, tal vez burlándose del que intenta descansar y se pone a pelear con las voces de su cabeza y volvió a preguntar, una segunda voz se sumo a media frase ¿Por que llorabas Matias? 
Hicieron un silencio unísono para escuchar mi respuesta con la toda la atención que sus infantiles conciencias les permitía y decidí respetar a los párvulos que me rodeaban y respondí con sinceridad -Lloré porque me sentía triste, pero ya no estoy triste. Estoy cansado- y volvieron a reírse y mirándose entre ellos me abandonaron. Se fueron como llegaron correteando y saltando, riendo y con prisas.
Observé su retirada algunos segundos con mis ojos internos Y la mente en blanco.

Pasé la jornada sin salir de la cama por muchas razones. Y cuando mi mente se había despegado de esa faceta bohemia y filosófica que amo pero no soporto me sumergí en el tic-tac verbal del que me había escapado muchas ocasiones después de provocarlo. En parte porque la mitad de esta persona esta flotando las veinticuatro horas y me silba las novedades aunque quiera ignorarlas, y en parte porque negué la obviedad de la epifanía. Y otoño me abrazó de nuevo y me dio las musas y motivos para volver a ensuciar el aire matinal del comedor con humo de cigarrillos. 
No se me permite ya hacerme el ignaro así que levanté mi campamento y salude desde la frontera con una reverencia y posando mi rodilla izquierda en la tierra. Dos pasos de espalda y partí de aquellas tierras cuyas fronteras no serán atravesadas nunca mas por este viajero sin techo.
Good bye my Love, good bye.

Voy a citar mis propios evangelios: Haz de tus cementerios propios esos jardines que fantaseamos con pequeñas habitaciones y simplezas de todos los días como desayunos de café y cigarrillos.
Levanta los portones de tu salones y que vuelvan los aromas y perfumes que ya no bailan entre las partículas de polvo flotando en el resplandor.
Haz abono de cortezas y que los caídos arbóreos sean combustible de la Era que inicias. Sin temor ni castigos levanta tu imperio y reside en él.






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