Sin abrir los ojos asumí total consciencia del momento que sucedía en ese preciso instante. Supe que el despertador iba a sonar en cualquier segundo y respiré profundo y pausado como si las horas de sueño me hubiesen dejado estresado, lo cual no resulta tan fantasioso como suena. Si bien había dormido muchas horas
más de las necesarias mis pesadillas que no son pesadillas pero pesan como tales me han dejado el pecho exaltado. Hice un esfuerzo por traer al presente mental lo que debía recordar en este momento y no anoté en mi libreta por creer que lo recordaría ahora mismo. La historia de siempre, obviamente se esfumó de mi memoria y no tengo idea de que se trataba. Busqué a ciegas el teléfono en la mesita de luz, tiré los anteojos y El Proceso de Kafka al piso, toqué algo que no se que era, revolví hasta dar con el aparato telefónico en el preciso instante en el que empezaba a sonar para despertarme. Son las cinco de la tarde, es hora de empezar mi día. Repasé mentalmente los pendientes y sentí ganas de no salir jamás y esconderme entre las frazadas por algunas décadas.
Tengo que ordenar mi bolso de
trabajo, terminar de ordenar el escritorio, no tengo ganas de cocinarme así que
compraré comida por ahí. Me tengo que bañar pero hace frío y temo congelarme,
aunque una vez que estoy bajo el agua caliente no quiero salir y a fin de
cuentas termino enredado en una ducha exageradamente larga, mis dedos se
arrugan como los de una abuela y me visto rápido abrigado por el vapor que
inunda el baño empañando los espejos, haciendo llorar los azulejos celestes y horribles…
A veces me levanto de la cama, me
visto y comienzo mi día, lento y perezoso, forzados y atontados mis pasos hasta
caer en consciencia de que en realidad nunca salí de la cama, aun estoy acostado
hecho un bollito imaginando semi dormido que desperté y vivo una realidad
alternativa creada por el pesado sueño que no se va y las ganas de atornillarme
a la cama sumada a que no estoy teniendo ganas de ir a trabajar. Estoy cansado.
Estoy cansado de muchas cosas y
aunque el viaje es mas largo ahora también es cierto que me ayuda a re ordenar
mi mente y pensar nuevas historias que escribir y nunca escribo.
El despertador empieza a sonar de
nuevo, son las 17:10 y si sigo dando vueltas voy a llegar tarde aunque no me
preocupa mucho, pero mi inconsciente sigue anclado a prisas sin sentido y sin
darme cuenta voy corriendo a todos lados aunque no sea necesario y odio esa
parte de mi cerebro de la que pierdo el control cuando me distraigo.
Suelo cambiar de posición tres o
cuatro veces antes de sentarme en la cama, como si el proceso de emerger
debiera ser paulatino y delicado, cuidadoso de no romper algo enclenque y
oscilante. En realidad solo son pocas ganas de despegar y lo sé, así que prendo
la luz para ayudarme a no quedarme dormido de nuevo y sobre todo porque tengo
la llave de la luz al lado de la cama, lo cual me resulta extremadamente
cómodo.
Recordé entonces algunos fotogramas
de los sueños que he tenido hoy y siento que es mi deber reconstruir las
escenas retrocediendo sobre los hechos que aun se hallan en mi memoria. A veces
logro sonreír, otras veces me levanto enojado y hasta en algunas ocasiones
triste tras rememorar mis aventuras oníricas. No creo en los sueños y es por
eso que a veces resulta emocionalmente incómodo vivir ciertas experiencias en
tierras de Morfeo.
Aun no salí de la cama, aun no me
vestí ni me busque la ropa limpia, no ordené el bolso ni me bañé. Aun no se si
realmente me desperté o estoy imaginando todo esto.
Escrito para Taller de escritura creativa El Lenguado
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